¿Puedes oír el avión que cruza el cielo? ¿El ladrido de un perro? ¿El gorjeo de los pájaros? Al esforzarte por oír, acabas de enviar una corriente eléctrica través de millones de células cerebrales. Y al hacer esto, has cambiado tu cerebro; has hecho que las células de un lado de la cabeza descarguen sus impulsos justo encima del ojo derecho.
Cuando vuelves a leer estas palabras, activas con electricidad una parte muy distinta del cerebro. En este instante, tu cerebro bombea sangre extra al costado izquierdo y al fondo. Se trata del combustible para la electricidad que se necesita para una clase distinta de esfuerzo mental: la acción de transformar en pensamientos estas palabras impresas.
Lo que acabas de leer te ha cambiado el cerebro de forma permanente. Estas palabras dejarán un leve trazo en tu tejido eléctrico. La palabra tú existe en tu temblorosa telaraña de células cerebrales conectadas. Esta fluida telaraña es remodelada continuamente y la esculpe la energía incesante del universo. En tus sentidos, esta energía se transforma en la telaraña absolutamente única de conexiones cerebrales que eres tú.
Tu cerebro consume una quinta parte de toda la energía que genera tu cuerpo en descanso. Es como una lámpara de 20 vatios que brilla sin parar. Esta energía es la necesaria para la vasta telaraña de células conectadas que constituye tu cerebro. Y tú, el capitán de este asombroso navío, puedes dirigir esta actividad, tal como acabas de hacer.
El hecho de que puedas leer estas líneas sobre la página de debe a que la gente te cambió el cerebro. Del mismo modo que yo moldeo la electricidad de tus conexiones cerebrales en el momento que tú lees esto, tus padres y tus maestros esculpieron físicamente tu cerebro con lo que te enseñaron. Sin esta escultura cerebral serías un analfabeto. Se te enseño a leer porque es algo que la mente no hace naturalmente. De no haber sido así, tú no serías tú porque lo que tú eres surge de los incesantes murmullos e invocaciones del mundo en el umbral de tus sentidos.
A través de tus sentidos y en la trémula red de tu cerebro, esta energía es transmutada en electricidad. Y tú devuelves esta energía al universo mediante lo que eliges hacer y decir. De este modo mantienes un íntimo contacto con el universo: el universo te transforma y tú lo transformas.
Modelar tu mente, Ian Robertson
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