Cuando en el siglo II a.C. el sabio Arquímedes pedía un punto de apoyo para mover el mundo, sintetizaba un deseo perenne de los humanos: lograr fuerza y poder adicionales para conseguir mucho más que lo que queda limitado a la capacidad del propio organismo. En realidad, estaba reclamando un instrumento para el dominio.
Históricamente, el dominio se construyó ampliando tres capacidades humanas: la de desplazarse (limitada a unos 30 kilómetros diarios); la de mover masas (elevar más de 50 kilos lo consiguen muy pocos); y la fuerza frente o contra los demás (limitada hasta donde llegan los puños y las patadas).
La ambición, unida a la ampliación y dominio de esas tres particularidades, creó imperios, destruyó civilizaciones y perfiló el mundo que hoy tenemos. Las palancas para el desplazamiento fueron la rueda para correr más, la vela para navegar y el avión para volar. Para mover masas, el pico para perforar, la polea para levantar, el carro para desplazar; hoy, impresionantes máquinas son la evolución de esos principios. Por último, las palancas para multiplicar la fuerza propia fueron el hierro, la pólvora, la dinamita y, por último, la energía nuclear con fines bélicos.
Hoy, desplazarse, mover masas físicas y disponer de un arsenal de fuerza extra son asequibles para un porcentaje cada vez mayor de países-civilizaciones. Afortunadamente, cada vez hay más empates entre locos con mala leche, y por ello los riesgos del dominio por la fuerza se van reduciendo.
Pero el mundo no para de moverse y, desde hace unos años, asistimos de forma cada vez más acelerada a la incorporación de una nueva palanca: la del conocimiento.
Desde ya y en el futuro, los nuevos dominadores serán los que diseñen o dispongan de la mejor tecnología para ampliar la capacidad cerebral de los humanos y faciliten el triunfo del saber.
En este sentido, todos los instrumentos que amplíen información, conocimientos, documentación, análisis, capacidad de comunicación y decisión instantánea y personalizada van a ser las nuevas palancas para seguir moviendo el mundo. Ésta es la razón del triunfo de la informática y de muchos de los nuevos instrumentos de comunicación: sus inmensas capacidades de ampliación de la capacidad del cerebro.
Vivir con un intenso sentido de la actualidad significa que hay que estar permanentemente abierto al conocimiento, al aprendizaje y a la utilización de las nuevas palancas que hoy están moviendo las sociedades. No hacerlo significa perder fuerza, posibilidades y el dominio del escenario concreto por el que irá transcurriendo la vida.
Joaquín Lorente, Piensa, es gratis. 84 ideas prácticas para potenciar el talento
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