Según los mitos griegos, había nueve musas que insuflaban inspiración en la mente de los mortales. La madre de las musas era Mnemosyna: memoria. Los griegos entendían que la memoria es un recurso fundamental, un manantial de impresiones del cual bebemos continuamente. Los recuerdos vívidos aportan ingredientes valiosos a una mente creativa.

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Si bien todos tenemos innumerables recuerdos almacenados en el cerebro, no todos ponemos nuestros recuerdos a disposición de nuestra imaginación creativa. Miramos el mundo exterior en busca de inspiración en vez de recurrir al mundo interior. Pongamos por caso que usted debe confeccionar una lista de veinte aves distintas. Su primer impulso podría ser buscar un libro sobre pájaros o una enciclopedia. Pero si mira hacia adentro, tal vez descubra que su memoria es más que adecuada para la tarea. Empiece por hacer una lista de las aves que se ven comúnmente: gorriones, cuervos, golondrinas, loros, canarios. Luego empiece a agregar categorías, como por ejemplo aves que no vuelan: pingüinos, pollos, pavos, faisanes; aves de rapiña: águilas, búhos, halcones; aves que se encuentran en las ciudades: palomas, pinzones; aves en vías de extinción: grullas blancas, cóndores; y aves que simplemente se le ocurran: colibríes, horneros y pájaros carpinteros. Sin darse cuenta, su lista estará completa. Podría intentar lo mismo con una lista de veinte alimentos, vinos y autos.

Una buena memoria es esencial para desarrollar ideas nuevas. La próxima vez que se enfrente a un desafío creativo, trate de recordar si resolvió algún problema similar o leyó algún artículo afín, o si hizo algún trabajo en ese campo con anterioridad. Haga que sus experiencias pasadas graviten en el presente.

MentalManía, Tom Wujec