Un anciano, que tenia tres hijos, les ordenó que después de su muerte repartieran un rebaño de cabras de su pertenencia, de tal forma que al mayor le tocase la mitad de todas las cabras, al mediano, una tercera parte y al menor, una novena.
Al fallecer el anciano sus hijos comenzaron con el reparto de las 17 cabras que les dejó su padre. Inmediatamente se dieron cuenta que el número 17 no se dividía por 2, ni por 3 ni por 9. Totalmente desconcertados y sin saber qué hacer, los hermanos se dirigieron al sabio del pueblo. El sabio se fue con ellos llevando una cabra propia e hizo el reparto respetando el testamento del anciano. ¿Cómo lo consiguió?
Osvaldo llegó en Viernes a la ciudad serrana por cuestiones laborales. Estuvo allí durante tres días y se volvió a marchar en Viernes. ¿Cómo es posible?
Suena el teléfono en el negocio.
Recepcionista: Buenos días, soy María, en que lo puedo ayudar.
Interlocutor: Buenos días María. ¿Puedo hablar con el vendedor?
Recepcionista: El vendedor salió. ¿Quién lo llama?
Interlocutor: Bernardo Szcrych. Él tiene mi número de teléfono.
Recepcionista: No comprendí bien su apellido. ¿Podría deletreármelo?
Interlocutor: Si claro, Szcrych. S de sol, Z de zapato, C de cloro, R de…
Recepcionista: Perdón, ¿c de qué?
Interlocutor: De cloro. R de razón, Y de yunta, CH de chaleco.
Recepcionista: Muchas gracias, señor le voy a avisar de su llamado.
Sorprendida, mi compañera de trabajo que escuchó el diálogo anterior, me hizo notar que durante la conversación había ocurrido algo totalmente ilógico.
¿Puedes descubrir de qué se trataba?