Si bien hay consenso en que nuestro cerebro cambia con el paso del tiempo, los resultados de los estudios son contradictorios respecto a cuándo exactamente se dan los cambios a nivel anatómico. En general, las personas notan cambios cognitivos entre los 50 y los 60 años. Sin embargo, es importante aclarar que no todas nuestras funciones cognitivas sufren de la misma forma el paso del tiempo. La atención, la memoria procedural y la memoria retrógrada, en un envejecimiento normal, no suelen verse afectadas. Sí se incrementan los tiempos que demoramos en realizar determinadas tareas (velocidad de procesamiento) y la memoria anterógrada también puede verse afectada. Debido a lo antedicho, a partir de los 50 años, es importante controlar periódicamente las habilidades mentales (tales como la memoria, la atención, la planificación, entre otras) realizando una evaluación sistemática de las mismas.
En la clínica, una de las quejas principales son las dificultades de memoria. Los problemas de memoria y las dificultades cognitivas en general comienzan a ser serios y se alejan del envejecimiento normal cuando afectan la vida cotidiana de quien los sufre y esto varía de persona a persona y no suele darse a una edad específica determinada.
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